lunes, 20 de junio de 2011

Cualquiera es tú momento

-Y sin querer no quise, no conseguí, no hize, dejarlo todo a un lado. No puedo más dijiste, algo aquí dentro insiste, soy un barco barado...
Cuando se dió cuenta, miles de ojos (o eso pensaba ella) le fulminaban con la mirada. ¿Tan raro es cantar en la calle? Unos solo miraban, otros reían, otros simplemente pasaban. Pero la felicidad que sentía Keira dentro de su cuerpo superaba todo. 
-Puedo ver entre una oreja y otra, dentro de mi cabeza un nuevo amanecer. Con sabor a carveza que amargan la boca. Y hoy me siento un barco de papel.
Antes de abrir los ojos rió, sabia que muchas miradas estaban puestas en ella ¿Y que le importaba? Nada. Estaba segura de que su felicidad no era comparable a cualquier otra. Empezó a reir y reir. No podía parar y los ojos le empezaban a llorar. Se pasó así un buen rato y cuando paró, no sabia ni de que se reía. 
-Pero lo cambio todo por tus manos, quitandome la ropa, viento en popa. Recoge que nos vamos...
Y ahora sí, los abrió. Y para su sorpresa, un joven moreno y con un aire fresco estaba a su lado. Le costó reaccionar. Ella le miró y él ni se inmutó. Le daba verguenza seguir cantando con alguien tan cerca, asi que sacó de su mochila su compañero de viaje. El único que iba siempre junto a ella, el único que sabia sus secretos, su inspiración, sus gustos, sus reflejos. Comenzó a leer "Noches de tormenta" y se sumergió en él. Todo a su alrederor se había esfumado. Y solo quedaban Keira, "Noches de tormenta" y su felicidad.

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