Puede que vaya siendo hora de ir espabilando y echarle un
par de narices a la vida. Ya es hora de que empiece a pensar en mi misma y no
en las personas que me rodean. Este es el momento de que las palabras que
sueltan por la boca las malas lenguas no me afecten. Es más, ni las voy a
escuchar.
Porque joder, el verano esta llegando a su fin y este es mi
momento. Se que han cambiado muchas cosas, que ojalá, fuesen como antes… Como
aquellas noches en las que te acercabas a mí sin que nadie te dijese nada ni te
influenciasen. Pero ahora todo es diferente, ahora simplemente me haces gestos
desde la distancia, que hacen que me hunda cada día más.
Se que dijiste que me iba a enfrentar a ti, que te iba a
mirar a los ojos y que ibas a escuchar cada palabra que saliese de mi boca. Se
que dije que iba a resolver esta duda que me consume poco a poco, que tú me la
ibas a resolver. Y también se perfectamente que no lo hice.
Pero he tenido todo el verano para aclarar mis ideas y he
tomado una decisión: si alguien tiene que saber lo que siento, eres tú. Porque
nunca es tarde para nada.
“Los que aseguran que es imposible, no deberían interrumpir
a los que estamos intentándolo.”
Mi decisión no se basa en que simplemente me arme de valor
para mirarte a la cara y decirte lo que siento. También se basa en luchar por
lo que uno quiere, y yo se que te quiero a ti. Así que cuando todo salga a la
luz escucharé tu respuesta como si no hubiese otra persona en el mundo.
Si tu respuesta es que sí, prometo ser la que te diga “buenas
noches príncipe de Mayne, rey de Nueva Inglaterra”. Pero si es que no, no se va
a acabar ahí, porque por fin, he decidido luchar por lo que quiero. Y tengo
claro que te quiero a ti. Porque aunque seas idiota, quiero a mi idiota.
Porque si tú me dejas, prometo hacer lo imposible para que
esta vez, te enamores de mí.