viernes, 13 de marzo de 2015

T.

-He pensado en lo que me dijiste, ¿sabes? Y creo que no es el mejor momento de hacerlo, no estamos bien, ya no confiamos entre nosotros ni en nosotros mismos, hace tiempo que no somos felices. ¿Crees que irnos y abandonar todo va a solucionar las cosas? Lo nuestro hace mucho que esta muerto y ambos nos hemos dado cuenta aunque hayamos preferido mirar para otro lado. Ya no me hacen gracia tus chistes, le he cogido manía a tus ronquidos, no salgo del trabajo antes por verte, los hombres de mi alrededor están comenzando a parecerme atractivos, no les hablo sobre ti a mis nuevas amistades, porque las estoy haciendo, ¿sabes? Ya no me haces feliz y no creo que sea culpa tuya, aunque intente odiarte, despreciarte e insultarte, eres un hombre demasiado bueno. Es más, puede que no vuelva a conocer a alguien como tú en lo que me reste de vida. No te merezco, me has dado todo sin siquiera pedírtelo desde que nos conocemos y yo me he dejado hacer. Te he abandonado y lo peor, nunca te he pertenecido. He olvidado lo que es el amor, la paz conmigo misma. Me he perdido al intentar quererte y me he dejado llevar por la comodidad. No me mires así porque sabes que es cierto, tienes todo el derecho a enfadarte y detestarme. Has estado cada minuto junto a mi este último mes, me has abrazado cuando lo he necesitado, me has puesto tu hombro para llorar, has comprado la corona de flores por mi, le diste su última risa y su ultimo apretón de manos y no solo por mi, sino por él, también te importaba y se había convertido en un pilar en tu vida. Has sufrido en silencio y estabas ahí para todos. Han terminado sus 35 años juntos, de amor, de confianza y mi madre esta destrozada. Yo también quiero mi derecho a 35 años de felicidad, pero ahora estoy segura de que no lo van a ser junto a ti. Lo siento.

No hizo falta ni una palabra más. Soltó la última rosa en la lápida y se marcho. La quería demasiado como para suplicar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario