Caminaba
dirección a ninguna parte y acompañada simplemente de su propia sonrisa. Sonaba
“I could be the one” y ella bailaba disimuladamente a ritmo de la música,
cuando al girar la cabeza, divisó en el parque a una joven, unos pocos años
menor que ella. Se aventuraría a decir que unos 19. Cuando la miró se fijó en
que la chica estaba llorando. Normalmente pasaría de largo y simplemente
especularía sobre lo que le había pasado, pero en esa ocasión fue diferente, no
sabe si fue por su mirada, por su postura, por sus lágrimas o por qué, que
decidió acercase. Al hacerlo, la joven levantó la cabeza y le dio un abrazo,
puede que uno de los abrazos más profundos y sentidos de su vida. Sin que Ari
le dijese nada, la chica le contó su situación. Al escucharlo, decidió contarle
una pequeña historia, parte de ficción, mayoría realidad:
“Te voy
a contar una historia que demuestra como en cuestión de minutos tu vida puede
dar un giro de 180º. Hubo un tiempo en que una chica, de edad parecida a ti,
pasaba todos los días a la misma hora por el mismo parque para fijarse en una
única persona. Un chico que todos los días se sentaba a la sombra del mismo
árbol, ya fuese invierno o verano, con la única compañía de un libro. Por más
que la chica se fijase y se acercase a él, él nunca levantaba la cabeza, porque
al parecer solo le interesaba su lectura, o eso pensaba ella. Un día, tras
darle 1000 vueltas a la cabeza, se decidió en que era hora de hablarle, y
cuando llegó al parque se dio cuenta de que aquel joven apuesto estaba con otro
chico, al parecer un amigo, por lo que decidió que no era un buen día para
hablar con él. Al día siguiente se dio la misma situación y al otro y al otro.
Hasta que un día, el apuesto chico no estaba, solo quedaba el amigo. Y al día
siguiente solo estaba el amigo y al otro y al otro. Como cada tarde, la chica
pasó por el parque cuando de pronto, alguien la saludó. Ella se sorprendió al
darse cuenta de que era el amigo del apuesto joven. El chico se fijó en su
expresión a lo que le dijo: no se por qué te sorprendes, cada día que pasas a
la misma hora por este mismo parque levanto la cabeza para mirarte y te saludo
con la mano, pero estas tan centrada en tus pensamientos que nunca te giras
para mirarme. En cambio, cuando era mi amigo el que estaba aquí, hacías lo que
fuese para que él te mirase, por eso estoy yo ahora aquí, para que te des
cuenta de que la vida no se trata de una sola persona. Que en cualquier momento
se puede alterar tu triste rutina para ponerte delante algo que seguramente no
quieras ver y lo dejes pasar. Algo que puede que si te das cuenta a tiempo, sea
una de las mejores cosas de tu vida. Porque aunque creas que a ti no te va a
pasar, en cualquier momento, cualquier persona se puede enamorar de ti.”
Cuando
Ari concluyó, la chica levanto la cabeza, la miró a los ojos y sonrió. Y en ese
momento, se dio cuenta de que había hecho bien en acercarse a ella, porque de
cierta manera, le recordaba a ella unos años antes.