Como recomendación, nunca te hagas ilusiones con algo de lo que no estés segura. Porque por norma general, siempre pasa lo peor. Y esta vez, no creo que haya excepciones que confirmen la regla, es así y punto.
Es como cuando tiras la
piedra y escondes la mano – puede que no sea el mejor ejemplo, pero voy a
explicarme – cuando alguien tira la piedra y esconde la mano rápidamente, tu te
haces una idea de quien ha sido el desgraciao, pero no lo sabes a ciencia
acierta. Puedes estar convencida, porque te ha dado motivos para creerlo, pero
nunca puedes estar segura, porque esa persona no te lo ha dicho.
Así que yo hago mi
recomendación – nunca un consejo, ya que no soy muy partidaria de ellos. Ya que
en mi opinión los consejos generalizan y no se puede hablar de una multitud
porque cada persona es diferente – no te sientes en una silla a pensar como te
gustaría que fuese todo, ni a imaginarte conversaciones cuando estés con él,
conversaciones que nunca vais a tener, ni te pongas a pensar en cosas o sucesos
que él ha provocado que hagan que estés mirando a la pared como una tonta,
porque si tu sexto sentido te dice que sí, esta vez es que sí, que un simple
hecho te ha despertado algo que te va a hacer lanzarte al vacío sin paracaídas,
pues adelante, apunta y dispara. Y si en el último instante algo te dice que
no, pues construye tu propio paracaídas, total, nunca es tarde para nada.
Resumiendo, espabila de
una vez si quieres conseguir algo que de verdad crees que para ti vale la pena,
y no empieces a imaginarte con él en París, sentados juntos en una terraza, con
gafas de sol, tomando un café y sonriéndoos el uno al otro. Porque la imaginación
es bonita, pero no hace milagros.
Si crees que algo merece
la pena tanto o más como para armarte de valor y dejar tus miedos atrás, es que
de verdad te interesa, y si es así, entonces, no habrá diferencia entre tú y
yo.
Fdo:
tu interior.